"La llave pasajera"
- davidoq
- 1 oct 2016
- 2 Min. de lectura

Shirley MacLaine, el rostro angelical por el que Jack Lemmon perdió la cabeza más de una vez. Ella es Frank Kubelik, la ascensorista de El apartamento (Billy Wilder, 1960) por la que C.C. Baxter (Jack Lemmon) estará dispuesto a renunciar a toda su vida.
El apartamento no es la historia de amor más apasionada, ni la más ardiente, pero entre ellos surge algo que podría incluso llegar a ser más fuerte. Porque en el fondo son dos almas solitarias destinadas a acabar juntas, pero hasta entonces sufriremos con ellos, nos harán daño y nos sentiremos perdidos a su lado. Su historia nos recordará que si alguna vez existieron los cuentos de hadas, este no es uno de esos. No habrá finales felices, pero si los habrá perfectos. Billy Wilder es un especialista en eso.
Enfrentarse al mundo nunca fue tarea fácil, muchas veces sabemos lo que queremos pero fingimos no desearlo, ya sea por vergüenza o por miedo. Luchar por el camino que queremos tomar en la vida no siempre resulta un enfrentamiento entre el todo o la nada, tomar decisiones en ocasiones conlleva perder algo para poder ganar algo. Renunciar a algo que tenemos por algo que no sabremos si conseguiremos muchas veces nos lleva a no hacer nada, pero como dijo un sabio, algo nuevo no es bueno ni malo, solo diferente. Y ahí reside el miedo, en lo diferente, en el desconocimiento.
Tomar decisiones es ley de vida, y si en ocasiones perdemos, enfrentarnos a lo desconocido puede llevarnos a otros lugares, a otros momentos, a otras vidas. Y si fallamos en nuestro intento, siempre podemos volver a intentarlo. Creo que el fracaso es el peor de los males, pero si no lo intentas, puede que nunca padezcas malos momentos, pero renunciarás también a los buenos. Y que gracia tendría la vida sin los buenos momentos, sin esas dosis de riesgo y miedo.
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