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"Ayúdame a salvarlo"

  • davidoq
  • 13 ene 2017
  • 4 Min. de lectura

Le asomaban lágrimas en los ojos. No hacia nada por ocultarlo.


-Ascher. Mi padre. Mi madre. Mi hermana y mi hermano.


Se había enterado de camino en el tren.


Su grupo se separo del mío. Avanzo sin mirar atrás. No se giro. No dijo nada.


-¿A dónde se los llevan?


Tan solo un gesto.


No lo volví a ver.



El olor era infernal. Arrastrado por el viento. Hedía a quilómetros.


Hubiese vomitado de haber podido.


Todos los edificios de madera. Construidos con prisas.


Un fardo por persona. Han hecho una montaña con ellos.


Nos amontonan en barracones.


Todos llenos. No puedo respirar.


No hay colchones. Los suelos son de tierra.


Tengo hambre. Llevamos todo un día sin comer.


Tengo sed. Llevamos todo un día sin beber.


Todo se ha quedado en silencio.


Echo de menos mi vida. Mi casa. Mi familia.


Me siento solo. Culpable. Sigo con vida. Ellos han muerto. Se acabó la fraternidad.


¿A quién rezar?


Nadie que me oiga. Nadie que me acompañe. Me siento solo.


Alguien llora.


Quiero llorar yo también.



Cuatro han muerto por la noche. Nadie se inmuta. Nadie parece sorprenderse.


Se han envenenado.


Siento envidia. Ya no seguirán sufriendo. Son libres.


El cielo amanece gris. Creo que nunca más veré el sol.


¿Qué harán con nosotros?


No lo entiendo.


¿Qué les hemos hecho?



Amontonados unos contra otros. Todos de pie. Durante horas.


El tren avanza.


Algunos viven. Algunos mueren.


Estamos fríos y sucios. Tenemos hambre. ¿A dónde nos llevan?


Ya nada importa.


Si muero nadie me llorará. Si sobrevivo, estaré solo. Si algún día salgo de aquí, estaré solo en el mundo.


El tren se detiene. Hemos llegado.


Silencio. Nadie dice nada.


Las puertas se abren.


Gritos.


Un hombre hace un gesto con la mano. No puedo verlo.


Uno tras otro se precipitan. Caen del tren.


Es de noche.


Los focos me ciegan.


De 5000, 3000 han muerto.


A nadie parece importarle. Nadie dice nada.


Mujeres a un lado. Hombres a otro.


Nos separan.


Una mujer grita. Se llevan a su hijo. Se llevan a todos los niños.


Las mujeres gritan. Lloran. No puedo oírlas. No oigo nada. Silencio.



“Trabajador calificado” Eso soy para ellos. Esa es mi etiqueta.



Un hombre llora. Han matado a su mujer. Han matado a su hija. Dicen que se suicidará esta noche.


Nadie dice nada. Nadie hace nada.



La gente habla. Rumores. Muerte. Nos matan.


Quería llorar. Gritar de rabia. No hice nada.


Dejé de luchar.



Se amontonaban los cadáveres. Durante días. A sus pies, 10 centímetros de sangre, gusanos y mierda.


Nos llamaron. Debíamos enterrarlos.


Era asqueroso.


Algunos se negaban. Preferían ser fusilados.


Su mujer estaba allí. También su hija.


Cogió a la pequeña entre sus brazos. La carne de su cuerpo se quedaba pegada a sus manos.


Era asqueroso.


No lloraba. No gritaba. Solo acariciaba su pelo.


Una y otra vez. Una y otra vez. Una y otra vez.


-Estoy aquí. Estoy aquí.



¿Cuál es el valor de una vida?



Nos hicieron salir de noche.


Llegamos por la mañana.


Había un castillo.


Zapatos y ropa. Todos tirados. Todos dispersos.


No había nadie. Solo nosotros.


Lo supimos. Pude sentirlo.


Silencio.


Muerte.



Los SS nos escoltaron.


A unos 100 metros la puerta.


A unos 100 metros la muerte.


-Adentro. Basura. Cerdos.


Nos echaron a un corredor.


Inmediatamente la pestilencia. El hedor. La quemazón en los ojos.


Nos hicieron correr.


Deprisa. Más rápido.


Me tropiezo.


Casi no veo.


Creo que lloro. Si, estoy llorando. No quiero morir. Tengo miedo.


Más rápido. Más deprisa.


¿A dónde nos llevaban?


Más rápido.


Puedo ver algo.


Nos detuvimos.


Cadáveres amontonados. Diseminados. Solitarios y en grupo.


Pequeños cristales azules entre sus ropas.


Los desnudamos. Les quitamos sus chaquetas. Sus pantalones. Sus zapatos. Todo lo que tienen.


No lo entiendo.


¿Qué hago aquí?



-Haz como yo.


Lo imité. Cogí uno de los grandes atizadores y…


No era consciente de lo que hacía. No podía entenderlo.


Solo lo imitaba.


Ante esos hornos. Removiendo con un atizador. Una y otra vez. Sin descanso. Sin saber lo que hacía.



Canta. Los alemanes le hacen cantar. Él canta, pero su corazón llora.



Decidme porque nos odian.


Decidme que mal les hemos hecho.


Somos ganado. Reses que se dirigen al matadero. Eso somos.



Canta. Bajando por el río. Él canta, pero su corazón llora.



Hace frio.


Nos hacen cavar en el bosque. Mis pies se hunden en el barro.


No puedo más.


Continuo cavando.


Ya no me mantengo en pie.


Continuo cavando.


He llegado a mi limite.


Continuo cavando.


Si me caigo. Me levanto.


He visto lo que hacen.


Mis manos sangran.


Mi vista se nubla.


Me matarán.


Me enterrarán con ellos.


Me enterrarán entre el barro y la lluvia.



Canta. Canta silenciando el caer de la lluvia. Canta dándome fuerzas. Él canta, pero su corazón llora.



Pido que me olviden. Que olviden que existo. Que olviden que me odian.



Siento que se borra. Que desaparece.


La lluvia lo borra todo.



-Háblame de ella.



¿Qué se sabrá de mi muerte?


¿Hablarán de mi?


¿Quedará alguien que me recuerde?


¿Una simple fotografía?


Nada. No quedará nada de mi cuando me vaya. Un susurro. Un murmullo.



-¿Por qué cantas?



Fotografías enfermas. Miradas muertas. Ojos silenciados.


Nos fotografían. Somos un extraño objeto. Nos coleccionan.


Exhibirán al último de nosotros en un museo. Lo introducirán en una urna. Y lo dejarán morir.


“El último judío”



-No saben lo que hacen. No pueden saberlo. No lo saben. No… No… No pueden saberlo.



- ¿Sabes lo que deseo?


-¿Qué?



-Morir.



Huellas en el barro. Pisadas anónimas.


¿Quién reclamará su autoría?



Silencio. Todo es apacible.


No se oyen sus gritos.


Hogueras que rozan los cielos.


Ceniza.



Canta. Canta de camino al río. Él canta, pero su corazón llora.



Se apagan los faroles.


La noche.


El pequeño ruiseñor no ha vuelto.


Ya no se oyen sus cantos. Ya no se oye su voz.



-Ayúdame a salvarlo. Tan solo a él. Tan solo a él...

 
 
 

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#1 

Porque he olvidado y me han olvidado

 

#2

Porque he sufrido y me han hecho sufrir

#3

Porque ya no cuento ni me han hecho contar

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